Email para consultas y sobornos

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sábado, 21 de noviembre de 2009

El arte de la arena

El arte de la arena | elmundo.es: "Eterno es lo que dura siempre, desde luego, pero también el flujo y la transformación constante de las cosas. La idea de lo eterno arranca de la misma sustancia de lo efímero."

viernes, 14 de agosto de 2009

Examen y trabajos

Chicos, este jueves será el examen y esto es lo que tienen que hacer:

1) Los que no han entregado trabajos pendientes, tienen que entregarlos ¡YA!

2) El examen consistirá en leer la escena que han elegido desarrollar. Leerla quiere decir que van a leerla en voz alta en clases, actuándola. Si quieren, pueden actuar directamente en lugar de leer, pero si no pueden, no hay problema: basta que la lean (y la lleven impresa y la entreguen, claro).

Tomen en cuenta que para leer la escena ya deben saber las emociones, el tono, la dirección de la escena y de los personajes, sus deseos, estrategias, etc., todo eso que hemos visto durante el semestre.

Como ustedes saben, Jaime y yo hemos estado un poco perdidos con esto del estreno de El Amante y el cortometraje para el CNCINE, pero ya estamos casi libres, así que si tienen alguna duda, pueden escribirnos y ahora sí contestaremos sus mails... Nuestra etapa de celebridad ha terminado.

Los que han hecho evaluaciones negativas de sus profesores no podrán dar el examen y tienen cero. Sabemos quiénes son y dónde viven.

¡Suerte y nos vemos el jueves!

viernes, 24 de julio de 2009

El Amante

Chicos, en la sección Bibliografía les dejo el texto "El Amante" de Harold Pinter.

La obra se presenta el jueves 30 de julio a las 18h30, ese día tienen que ir, tomaremos lista. Yo sé que en clase les dije sábado o domingo, pero resolvimos finalmente el problema de los asientos y pasamos a los medios a otro día, así que ya están sus asientos reservados para el jueves 30 a las 18h30. Sean puntuales, por favor, el lugar es pequeño y solo caben 40 personas.

La dirección es Casa Cino Fabiani, Las Peñas. Calle Numa Pompilio Llona #196.

Costo de la entrada: $8,00.

¡Los vemos ahí!

martes, 7 de julio de 2009

CRÓNICA

Esta crónica se publicó en Diario El Universo en julio de 2003. La escogí a propósito del caso Guayaquil Bizarro que debían desarrollar. También puse otras más.

Salinas, una calle que se inventa cada día

Miércoles por la tarde. Del cielo parece caer fuego y no asoma una nube donde cobijarse. Guayaquil bien podría considerarse una ciudad edificada sobre brasas. La calle Salinas (18) luce amurallada, taponada en sus intersecciones con Gómez Rendón y Cuenca, muros de más de dos metros impiden el ingreso. Hay que intentarlo por Brasil y rebuscar su realidad.
Sobre todo el ruido, murmullos que crecen y se mezclan con la música que inunda la vida de un barrio que se inventa cada día. Lo mismo vallenato que salsa, melodías cortavenas o canciones para vencer el delirio de la soledad, el abandono, la pena, el espanto del dolor.
Sobre Brasil, pequeños pilares de cemento bloquean el paso a los vehículos. Los carros se amontonan en las aceras. Aquí la cosa es a pie.
No hay misterios. Salinas es una calle de tiempo inmemorial, de sudor y de alcohol, de aglomeración, de tipos de rostros difíciles, de hombres que buscan placer por dinero, de mujeres imaginadas por crónicas imposibles, de vida que pasa rápido y se va lenta.
Junto a un taxi, sentado en una silla de plástico, Daniel Cevallos (28) bebe cerveza cercado por dos amigos. En el suelo hay dos botellas de las que se sirve en vasos descartables. “Vengo a matar mis penas”, suelta a quemarropa, después ya nadie lo puede parar. Tiene ganas de hablar y lo hace sin apuros, siempre con el vaso en la mano.
Su relato viene solo. Peleas con su esposa porque no se entienden. Le gusta la música, el ambiente de fiesta sin control, asegura que no se relaciona con las chicas que trabajan en el barrio, es barcelonista hasta el infinito y siempre vacila con su pana Francisco Jordán.
Vida de arrabal. Detrás de los muros, cámaras de vigilancia instaladas por la Municipalidad, todo lo que sucede en la calle se mira. Gente por montón. Muchos van y vienen en un viaje sin arribo, buscando chicas que parecen secuestradas detrás de paredes construidas con cemento y rejas.
¿Quién inventa la memoria de los hombres? Las señas. Todo el lenguaje cifrado que los asiduos de este sitio identifican. “Intento buscar consuelo”, confiesa Pedro, alias Avanza, el vaso lleno de cerveza en la mano y la sonrisa que empieza lentamente y luego se transforma en una carcajada que abarca todo su rostro.
Aquí uno olvida todo, es la expresión que domina la memoria, invención que se termina aceptando como propia y original, todo se diluye en el ambiente de tono continuo y atardecer naranja que se apoderó de la calle Salinas cuando no había tierra ni pavimento, y solo puentecitos de madera sobre el agua del estero servían para conducir a los atrevidos al encuentro con lo prohibido.
La realidad es lo que los ojos comprenden. La música no se detiene desde las 10h00 hasta las 20h00. La noche no viene sola y es mejor evitarla, aunque ahora todo está más tranquilo, conversan los transeúntes, los dueños de los locales colaboran para que se perciba algo de calma en medio del caos, y de vez en cuando la policía patrulla esas calles.
La cerveza cuesta 80 o 70 centavos, dependiendo de la marca. Los bares tienen su causa propia: El Arbolito, El Castillo, Casa Yoyita, El mil amores, Arco Iris, Romance; hay más, incluso una discoteca recientemente inaugurada. Sin embargo, muchos prefieren vacilar afuera, encerrado no se puede apreciar nada, y “aquí no matan a nadie por decir algún piropo a una mujer”, recuerda Daniel.
En todos esos lugares siempre es oscuro, y tienen ese olor que de tanto transitarlos se pega en la piel.
En la esquina de Brasil, en dirección hacia Cuenca, en un local sin nombre varias mujeres se mueven lentas. Un largo corredor habitado por las sombras de la tarde deja adivinar los cuartos donde el amor tiene precio, $6,00. El resto depende de la imaginación.
En un rincón, agarrada de las rejas se encuentra Gloria. Pelo castaño tinturado de rubio y recogido en una cola de caballo, mira de frente y desafiante con sus ojos verdes, su cara redonda, cuerpo blanco y grueso cubierto apenas por un babydoll de tono celeste y algo transparente.
Por la calle pasan los hombres siempre mirando, las distancias se salvan con dinero, los besos tienen precio. Ella tiene tres niñas y un niño, nació en la provincia de Los Ríos y es mejor que nadie se atreva a hablarle de la crudeza de la vida. La conoce toda y diariamente tiene que fabricar una forma nueva de no sucumbir.
Pero dice que los hombres son unos necios, no aceptan ponerse condón, la queja es que no es lo mismo. El mejor día es el sábado, atrás quedaron las noches sin fin de los viernes y los domingos festivos. La crisis económica también se siente ahí.
“Desde que cercaron la calle 18 se puso malo todo”, recuerda Gloria. “Antes de la dolarización se estaba mejor, ahora muchos solo vienen a mirar”. Sentencia acompañada por gestos de desdén mientras busca refugio contra el sol.
La calle repleta de todo. La carretilla de chuzos de la lojana, el encebollado de Pepe Lucín, el puesto de revistas del abuelito, agua de coco, cebiches, alitas de pollos y en medio del alboroto, palabras y gestos de reproche.

CRÓNICA

Esta se publicó en Enero de 2004 en El Universo

Nigeria’ y el hambre en los rostros (I)

Nigeria es un sector del sur de Guayaquil, ubicado en la isla Trinitaria. Quizá no alcanza a ser un barrio. Es una zona áspera y violenta, habitada mayormente por negros, de ahí su nombre, que se lo tomó del país africano. Las cosas en el lugar son muy simples y claras. Es mejor que nadie se meta con nadie. Al que se mete ya le tocará su parte.
Lo primero es saber que a Nigeria no se puede entrar solo, hay que dejarse acompañar por gente afroecuatoriana conocida. Las caras de miradas difíciles, los gestos intranquilos, los puños apretados, todos alertas, eso es lo que hay. Ese aire como de desconfianza, temor y desconcierto que envuelve el lugar, tiene su razón. La violencia.
Carmita –así la llaman todos– Arboleda dice que hay que ir para adentro y después pasar en canoa por donde el estero ennegrecido discurre lento y sucio. Refiere que la vida también sigue luego de que se terminan el asfalto y el relleno, por entre puentes maltrechos, rotos y temblorosos que las manos de estos hombres de rostros duros y negros han construido. Afuera, más allá de la vía Perimetral, por donde pasan los carros, queda la ciudad. Guayaquil es la ciudad donde todo es posible. Solo el asombro es imposible. Ha desaparecido. Es una ciudad de extremos y casi surrealista donde todas las razas se encuentran, pero, donde algunos viven apartados. Y Nigeria es eso y mucho más. Para los que viven y sobreviven ahí, la isla del olvido. Así la llaman ellos.
Era la tarde del jueves 8 de enero y el cielo del sur de la ciudad estaba manchado de nubes blancas, sin asomo de lluvia. Carmita caminaba con decisión y saludando con ambas manos. La voz fuerte y ronca, profunda, imponente como toda ella, con su orgullosa negrura por delante. “La cosa es avanzar, aunque sea de a poquito, pero la cosa es avanzar”, advierte con la forma tan personal que tiene de expresarse. Mas, ¿qué es lo que se avanza? Mirando la desolación y el hambre en los rostros, la interrogación, las ansias de reclamo, el abandono de gente arrimada contra paredes de cañas, respirando un aire enrarecido y podrido que viene del lodo en donde antes habitó el estero y ahora domina la basura.
Así de pronto, de entre las ruinas de una casucha, surgió una hermosa mujer negra que parecía mirar hacia dentro de sí misma. Su actitud pasiva y de quietud es como un sello que todos llevan agarrado a la piel. Dentro de la miseria que se aprecia, cualquiera puede preguntarse, ¿cómo es posible tanta calma? Las respuestas no le alcanzan a Carmita. Ella conoce muy bien de lo que habla. Un lugar donde las disputas entre los vecinos se resuelven violentamente, donde no hay respeto por mujeres y niños. No es un sitio para vivir. Ella se fue a Leónidas Plaza y Domingo Savio y ahora mira su antigua casa desde lejos.
“La tuve que alquilar”, repite. “La violencia es lo que me hizo salir de aquí”.
Para ella muchos hermanos, como llama a los afroecuatorianos, se engañan entre sí. Algunos dirigentes, a los que les compran el lodo donde viven, se aprovechan de la necesidad. Parecen olvidar que todos han salido de la misma tierra, que tienen el mismo origen. Esmeraldas. Es buena suerte que casi todos los que viven en Nigeria sean negros, pero el quemeimportismo y la falta de conciencia por la vida tienen su respuesta en la falta de educación.
Es un lugar para sobrevivir, donde nada es seguro. El que trabaja come y el que no, se la tiene que rebuscar como pueda, incluso mirando la puerta del vecino. Como lo dice Carmita. “Esperando quien dejó la puerta mal parqueada”.
La marcha es por puentes enclenques. Mal clavados y madera vieja, podrida. Mangles hurtados al manglar y cañas traídas de otras tierras. Carmita parece flotar a cada paso, mientras la tarde se aleja perezosa hacia donde el estero se confunde de color: negruzco, verdoso, azulado.
A su encuentro vienen la basura, el ruido de alguna canción de salsa poderosa y el desencanto que siempre produce el dolor. Imposible no pensar en Henry Fiol y su son inmortal Ahora me da pena cuando dice: "donde perro como perro y por un peso te matan... El truquito, la maroma.. ¡Ay bendito!" Por momentos hay que caminar a cuatro patas, el miedo a caer y clavarse algún palo es superior a la vergüenza que produce la posición. Hay que ir hasta el final donde una canoa espera por $ 0,15 para los que se atreven por el estero. Carmita se marcha en la canoa, con su voz poderosa llama a la gente para que se acerque y comparta su historia, muchos vienen, otros se esconden vergonzosos, pero eso lo contaremos después.

CRÓNICA

Esta se publicó en febrero de 2004 en El Universo.

Lucha de los Pobres sufre por el abandono

Las viviendas de caña y unidas por puentes tambaleantes sobre el estero Cobina no son una ilusión. En esas casas pequeñas, inclinadas y maltrechas, habitan personas que conforman el barrio Lucha de los Pobres de la cooperativa Cristal (Guasmo Sur).
Asomada en la ventana de su casa estaba Valencia Patiño. En la mirada, las señas de la tristeza y las manos arrugadas, maltratadas de tanto lavar ropa ajena.
Mientras la tarde entra al crepúsculo, sus palabras son como un mazazo en el rostro. “Estoy medio muerta, no bailé en Navidad ni Año Nuevo, tampoco mis hijos. Estoy enferma y no tengo trabajo”.
Valencia es una mujer amable, pero directa, no se calla nada. Nació en la ciudad de Esmeraldas hace 54 años y vino a Guayaquil hace 25, siguiendo a su esposo, ya fallecido, Tácito Vernaza.
Él consiguió un trabajo en esta ciudad, se casaron y marcharon tras la aventura del puerto. Ahora no hay más que hacer, Tácito tiene doce años de muerto y ella ocho hijos, aunque únicamente vive con los dos menores, Fricson y Felipe Vernaza.
“Necesitamos que nos ayuden. En primer lugar dicen que nos van a botar”, refiere Valencia.
¿Quién los va a botar? “El Municipio, porque aseguran que esta zona es área verde, todo lo que es salado, justamente donde se asientan muchas casas”.
Junto a la vivienda de Valencia los vecinos fueron llegando, pero es un sitio donde no se puede estar de pie. El lugar está lleno de montones de tierra abandonada que al mezclarse con el agua del estero se convierte en lodo.
Virginia Casierra (23) asegura que la idea de botarlos del lugar es un rumor que personas desconocidas han propagado, no es algo confiable, sin embargo, los vecinos están intranquilos.
Para Valencia, la gente come mucho cuento. “Bajo nuestra pobreza, con lo poquito que adquirimos hicimos rellenar primero debajo de los puentes.
Necesitamos una escuela por el sector, ya que hay muchos niños que tienen que ir lejos para estudiar”.
Es una historia repetida. Mucho de lo que se observa en el barrio Lucha de los Pobres existe en otros sectores de Guayaquil. La basura en el estero, el desorden, la violencia, el abandono y la gente que reclama por un trato digno.
Valencia vive en el barrio desde hace 16 años. Le ha pasado de todo, desde andar con el agua a la cintura, hasta la caída de su casa. Relata que hace aproximadamente cinco meses hubo un incendio en el sector. Ella se salvó porque junto a su vivienda había un solar vacío. Luego aprovechó para reparar un poco la casa.
La vivienda es de caña, algunas partes de las paredes internas están forradas con papel periódico pintarrajeado. Adentro hay unos pocos muebles y apenas una división hecha de caña para separar los cuartos.
Con ayuda de su esposo, que trabajaba de carpintero, compró el terreno junto con la casa a una comadre hace 14 años, por ella pagó 1 millón quinientos mil sucres y antes vivió con una tía.
Sobre el rumor que circula en el barrio de que los van a botar, Valencia dice que le parece extraño que luego de 16 años de residir en ese lugar, se entera de que es área verde.
Virginia Casierra tiene dos hijos y habita en el sector desde hace seis años, cargando en los brazos al pequeño Jeremi afirma: “Dijeron que iban a sacar de aquí a todos los que viven en el estero”. Según ella, dos personas que nunca se identificaron llegaron en una camioneta de color café e hicieron una reunión con algunos vecinos.
Elsa Mina Arroyo (40) relata que hace un año apareció su nombre en los diarios para recibir el bono de ayuda para vivienda que otorga el Miduvi. Sin embargo, no ha recibido nada a pesar de tener todos los documentos.
Trabajaba en quehaceres domésticos, pero ahora no, tiene tres hijos y su padre y un hermano la ayudan con la comida mientras encuentra empleo. Triste expresa que para complicar las cosas, el hijo que la ayuda para mantener el hogar está preso en la penitenciaría.
En su casa, ubicada en la Mz. K, solar 8, de la cooperativa Cristal, y con la ayuda de Enis Estupiñán, realizan las reuniones del grupo del barrio de la Coordinadora nacional de mujeres afroecuatorianas de la provincia del Guayas.
Ahí se congregan los domingos 80 mujeres, desde las 16h00. Realizan bingos para reunir fondos y conseguir que funcione el comité del grupo, las necesidades son muchas.
La situación de violencia en el barrio ha cambiado desde hace dos años, asegura Elsa Mina. Su relato mete miedo.
“Las personas extrañas o ajenas al sector podían entrar, pero no salir, o salían en pedazos. Si usted se oponía cuando le pedían sus prendas personales por ahí mismo le mandaban un cuchillo y quedaba tirado en presencia de todos. Ni la Policía se atrevía a entrar. Por lo menos eso ya ha cambiado”. También recuerda la época de la campaña electoral, cuando el ex presidente Jamil Mahuad y el ex diputado Polo Baquerizo se colocaron las botas y recorrieron el fango de las calles y los puentes malparados de Lucha de los Pobres prometiendo tantas cosas.

sábado, 4 de julio de 2009

Tarea para el jueves 9 de julio de 2009

El tema a desarrollar es "La Llegabuena".

Los personajes:
  1. Sacerdote de la Isla Trinitaria. Es de origen indio y de religión hinduísta.
  2. Betunero que es también pintor. Le gusta pintar iguanas.
  3. Artefinalista de aspecto avejentado que es alcohólico en recuperación.
  4. Anciano que se asoma en el Portón de las Lomas a mirar la calle todo el día.
Tema: Los personajes, por alguna extraña coincidencia, han venido a la Llegabuena y se han llevado una impresión particular que luego narrarán.

Trabajo de ustedes como escritores: Una vez que han reflexionado sobre qué aspecto quisieran hablar en relación a la Llegabuena, algo que a ustedes les llamó la atención, elijan al personaje que creen que podría expresar mejor esa idea, intuición, concepto, misterio, etc. y hagan que ese personaje narre un breve párrafo con el tema.

Leeremos los trabajos en clase.